lunes, 4 de julio de 2016

Érase una vez...



Érase una vez una joven llena de ilusiones, determinación, energía, amor por la vida, inteligencia, motivación y sobre todo ganas de comerse el mundo… es así como comienzan muchas historias de jóvenes que tienen todo un futuro por delante, aptitudes y habilidades para ser quienes se propongan.

Pero van pasando los años y un día te encuentras con esa chica en un supermercado y la vez gris, poco comunicativa, apagada, casi invisible. No es la chica que conociste, es otra persona, tal vez te preguntas si te equivocaste de persona y estás hablando con una desconocida, no es así, es la persona correcta, solo que ella no ha estado en el camino correcto.

Muchas mujeres tenemos un sinnúmero de cualidades y habilidades natas y adquiridas que llegan a su punto máximo durante la juventud, la mayoría de esas condiciones las desarrollamos al límite cuando el camino que recorremos lo hacemos en nuestra propia compañía, cuando los compañeros de viaje son verdaderos compañeros que nos impulsan a dar ese paso que nos cuesta, a subir esos escalones que nos faltan para llegar a la meta.

En ocasiones somos nosotras mismas las mejores compañeras en nuestro propio viaje de vida, nosotras mismas encontramos la fortaleza para ir más allá, para explorar, para conocer, para soñar, para vivir. Pero en un momento de nuestras vidas queremos compartir esos hermosos paisajes que vemos mientras recorremos nuestro propio camino con alguien más. Llega un momento en que a nuestro lado pasa otro caminante de la vida y lo invitamos a seguir nuestro camino, en ese momento vemos los paisajes más coloridos, los caminos se hacen más fáciles de transitar, comenzamos a hablar y compartir nuestros pensamientos con alguien más y nos olvidamos de la excelente compañía que teníamos antes de encontrar ese nuevo caminante.



A medida que vamos avanzando por el camino, nos damos cuenta que ese caminante que nos acompaña lleva un ritmo diferente, los paisajes que para nosotras son espectaculares llenos de fragancias, colores y sonidos; para él no son más que árboles, piedras, montañas, flores, pájaros…

Descubres que su discurso no es tan positivo como el tuyo, que en ocasiones todo lo que dices está mal, los pensamientos que compartes, tus pensamientos, están errados; que las opciones que propones no son de su agrado, que simplemente todo lo haces mal.

Y llega un momento en que comienzas a subir la montaña de tu destino, tu éxito, tu crecimiento… y ese caminante va tras de ti tropezando y pidiendo ayuda o simplemente quejándose por lo difícil del camino que elegiste, de lo equivocada que siempre estás en todo lo que haces. Pero como dentro de tus virtudes está el ser compasiva, te detienes a ayudarle, le animas a seguir, lo apoyas para que pueda dar pasos seguros, deshaces tus pasos para seguir tras de él y asegurarte que no corre ningún peligro y que seguirá siendo tu compañero de viaje, porque ahora hace parte de tu vida.

Sin embargo todos nosotros hacemos planes y muchas veces esos planes no incluyen a nadie en especial, simplemente haces planes para ti, piensas en tu futuro, en tu camino, en tu meta y poco a poco ves como los planes de tu compañero de viaje no coinciden con tus convicciones, comienzas a darte cuenta que en algún lugar del camino te alejaste de tu ruta y comenzaste a seguir una ruta que no estaba diseñada para ti, un trayecto donde no había flores con aroma, solo flores, que los pájaros no cantaban ni volaban, solo eran pájaros de papel, que los árboles estaban pintados en un lienzo, miras a tu alrededor y solo vez un paisaje falso sin colores, sin aromas, sin sonidos.

Te sientes agotada, confundida, vacía y abandonada en un camino que no es el tuyo. Tu compañero de viaje ahora continúa solo su camino, sigue sus propias convicciones y sueños, ha llegado a su ruta y es la que quiere seguir. Y allí estás tú, frente a un paisaje que no conoces, rodeada de oscuridad, tristeza, frustración, soledad… 



Atrás quedaron esos momentos de risas, ilusiones, sueños, esperanzas, y recuerdas cuando tus compañeros de viaje eran pequeñas personitas que con dificultad seguían tus pasos pero que hacían que los colores del paisaje fueran más brillantes y hermosos.

Abres tus ojos deseando que todo lo que acabas de sentir solo sea un sueño y te ves de pie en un supermercado frente a esa amiga que no reconoces pero que activa la alarma de tu vida para que te des cuenta que no vale la pena dejar de lado tus ilusiones, tu pasión y tu camino por seguir el camino de alguien más.

Ahora es el momento de hacer un alto, mirar a tu alrededor, desempolvar el pasado y sacar de allí todos esos sueños, toda la fuerza que hizo de ti la mujer que muchos admiran. Es el momento de deshacer esos pasos errados y retomar tu camino, el camino que tu elegiste. Es hora de volver a ser la mujer alegre, hermosa, segura de sí misma, fuerte y guerrera.

Porque esa eres tu! Una mujer GUERRERA!!

Estas siguiendo ahora mismo el camino de alguien más? Crees que para ti es un buen compañero de viaje o por el contrario te ha llevado a su ruta y te sientes perdida en ella? Crees que es el momento para retroceder y volver a tu camino?


Cuéntame cómo transitas tu camino por la vida, sabes que me encanta leerte y responder a tus comentarios, me ayudan a encontrar inspiración para escribir artículos especialmente para ti.

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